domingo, 23 de septiembre de 2012

El mito de la super mamá


¿Queremos seguir siendo “Supermamás” o preferimos dar el paso para convertirnos en “mamás felices”?
 El alto grado de exigencia al que está sometida la mujer de hoy en día es un tópico sobre el que se han escrito multitud de artículos y el concepto de “Superwoman” aparece en los títulos de varias publicaciones. La “Superwoman” es aquella mujer que lucha por brillar en todos los ámbitos de su vida -laboral, familiar, social- sacrificando, en muchas ocasiones, sus intereses reales por satisfacer las expectativas y necesidades de los demás: jefes, pareja, padres…Si a esa “Superwoman” le sumamos el factor hijo (o hijos), nos encontraríamos con una indiscutible “Supermamá”.


Ser una “Supermamá” puede llegar a aportar muchos beneficios a la mujer ya que, de su esfuerzo por conseguir lo mejor en sus tareas familiares y, en muchos casos, laborales; puede llegar a obtener la aprobación y la apreciación de los demás. El problema viene cuando el precio que se paga por conseguir ese refuerzo social es demasiado alto y la mujer deja a un lado sus propias necesidades, ilusiones e intereses por centrarse en exceso en las de los demás. Pensar que el aprecio y el cariño de los otros está ligado a cumplir a la perfección con esas obligaciones familiares (muchas veces autoimpuestas), nos puede conducir a sufrir estrés,  ansiedad  e incluso en algunos casos, depresión.
 
Mi pregunta es: ¿Queremos seguir siendo “Supermamás” o preferimos dar el paso para convertirnos en “mamás felices”? ¿Dónde podemos establecer los límites para lograr un equilibrio entre lo que queremos para nosotras mismas y nuestras obligaciones como madres?
Te propongo que des los primeros pasos para colgar el traje de “Supermamá” en el armario:
  • Escribe la lista de aquellas tareas domésticas o relacionadas con tus hijos que podrías dejar de hacer por no ser esenciales a lo largo de la semana.  Quizá no sea prioritario para ti tener la casa perfectamente recogida todos los días o puedas de vez en cuando recurrir a alternativas a la comida casera que tanto tiempo te lleva preparar.
     
  • Aprende a delegar. Añade a tu lista anterior aquellas tareas que otras personas podrían realizar por ti. Tu pareja, otros familiares o incluso tus propios hijos pueden aprender a realizarlas. Quizá al principio no las hagan igual de bien que tu (o eso es lo que piensas) pero si te implicas en enseñarles a hacerlas, a medio plazo te liberará de tiempo. ¡Confía en ellos!
     
  • Piensa en distintas maneras de distribuir las tareas que consideras imprescindibles. Quizá si las haces en otro momento del día o de una manera diferente a la habitual, podrías ahorrar tiempo.
     
  • Una vez finalizado el trabajo previo, analiza cómo quedaría tu calendario semanal y de cuánto tiempo podrías disponer para realizar otras actividades.
     
  • A continuación, haz un listado de todas aquellas cosas que te gustaría emprender y que no estabas haciendo hasta el momento por falta de tiempo.
     
  • Del listado anterior, selecciona aquellas que te gustaría poner en marcha y márcatelo como objetivo indicando qué pasos tienes que seguir para emprenderlo y cuándo empezarás.
El no prestar atención a nuestras propias necesidades nos aleja del bienestar. Cuanto mejor te sientas contigo misma, mejor compañía serás para los demás.

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